AD by Crimenes Celebres

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autor:Crimenes Celebres [Celebres, Crimenes]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


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Pero visto el poco fruto que sacarían de semejante ente, la hicieron retirar en seguida, llamando en su lugar a la hermana lega, llamada Clara, que había ya representado su papel en el cuarto de la superiora.

Apenas entró en el coro exhaló un profundo gemido; pero al colocarla en la camilla que sirvió poco antes para la superiora y para la otra monja, empezó a dar risotadas exclamando: —¡Grandier, Grandier! Compradme de esto en la plaza.

Declaró Barné que estas palabras sueltas y sin conexión alguna eran prueba evidente de la posesión, y se acercó a la enferma para conjurarla. Entonces empezó sor Clara a mostrarse rebelde, pareció que iba a escupirle a la cara, y sacó la lengua, acompañando estas demostraciones con lascivos movimientos y con un verbo que estaba en perfecta armonía con ellos que, siendo francés, lo comprendieron todos sin el auxilio de explicaciones.

Entonces, conjurándola para que nombrase al demonio que la atormentaba, respondió: Grandier. Repitió el cura la pregunta para hacerle entender su equivocación, y entonces nombró al demonio Elimi. Pero nada sirvió para saber de ella el número de demonios que acompañaban a aquél. Visto su empeño en no responder a tal pregunta, Barné prosiguió, diciéndole:

— Quo pacto ingressus est demon? [¿Por qué pacto ha entrado el diablo?]

— Dúplex [doble] —respondió.

El odio que manifestaba al ablativo, necesario en este caso, promovió nueva risa en el auditorio, viendo que el diablo de sor Clara hablaba tan mal latín como el de la superiora.

Temiendo Barné algún nuevo disparate por parte de los diablos, levantó la sesión, difiriéndola para otro día.

Las dudosas respuestas de las religiosas, que ponían en claro para todo hombre de buena fe la ridiculez de semejante farsa, animó al bailío a seguir su empeño hasta el último trance.

Por consiguiente, se presentó a las tres de la tarde en casa de la superiora seguido de su escribano, de varios jueces y de un considerable número de gentes respetables de Loudun.

Al llegar allí, declaró a Barné que el objeto de su visita era separar a la superiora de sor Clara para ser conjuradas por separado, a cuya demanda no osó el cura oponerse en presencia de tantos testigos. Separada la superiora, empozaron los conjuros, causándole al instante las convulsiones de la mañana, a excepción de que los pies por primera vez parecían retorcidos. Después de varios conjuros, el exorcista le hizo decir algunas oraciones, y le preguntó el número y nombre de diablos que la poseían; entonces respondió por tres veces que había uno llamado Acaos. Requerido Barné para informarse de si estaba poseída ex pacto magi, aut ex pura volúntate Deis, es decir, si estaba poseída por pacto del mago, o por mera voluntad de Dios, Non est voluntas Dei, respondió la superiora: no es por voluntad de Dios. Pero temiendo otras preguntas, continuó el cura las suyas, preguntándole quién era el mago:

— Urbanus —respondió.

— Estne Urbanus papa? [¿Es el papa Urbano?] —le preguntó de nuevo.

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